Lo Crit del Palleter

Lo Crit del Palleter
El palleter Vicente Domenech, patriota valenciá. Cuadro pintat per Joaquín Sorolla

sábado, 19 de octubre de 2013



OPINIO - "EL PALLETER.COM"


Un 9 de Octubre para reflexionar III


José Manuel Bou/ Por tercer año consecutivo escribo un artículo para invitar a la reflexión política con motivo de la señalada fecha del 9 de octubre en el Reino de Valencia y debo de reconocer que cada año lo hago con peor ánimo, viendo que las cosas, lejos de mejorar, nos hunden cada día en un pozo de vergüenza más profundo.

Como cité ya en las otras ocasiones, si según Alexis de Tocqueville, en una democracia, el pueblo tiene los gobernantes que merece, algo hemos hecho realmente mal los valencianos.

La corrupción política y urbanística con Fabra y los trajes de Camps a la cabeza, la crisis del campo, la crisis de los sectores industriales tradicionales valencianos, el endeudamiento de la Generalitat, la inmigración ilegal descontrolada, la traición a las señas de identidad valencianas pactando Zaplana con Pujol la creación de una Academia Valenciana de la Lengua de mayoría catalanista, elevada por Camps al rango de institución estatutaria, son algunas de las muestras de los errores del PP a lo largo de estos años. Pero frente a todo esto: ¿Cuál es la solución? ¿Dar nuestro apoyo a un PSOE comprometido con la extrema izquierda? ¿Traer el tripartito catalán a gobernar en el Reino de Valencia? Estamos atrapados entre dos alternativas a cual más lamentable: a un lado tenemos a un PP corrupto, agotado y miserable y por otro a un PSOE catalanista, desorientado y que ni siquiera finge, como el PP, respetar nuestras señas de identidad.

En los últimos años hemos ahondado más en nuestra crisis económica, social e institucional, con una generalitat que no sabe cómo pagar las facturas, unas tasas de desempleo record y una crisis política cerrada en falso con la dimisión de Camps y el acceso a la presidencia de la generalitat de un presidente aun más declaradamente catalanista y partidario de las ilegales emisiones de tv3. Mientras tanto el valencianismo político se ha extinguido sin que parezca que ninguna alternativa viable pueda abrirse paso con realismo. Con ello, la esperanza de un nuevo actor en el panorama político tan viciado de la Comunidad Valenciana, que aportase mayor exigencia ética y fuera alternativa de pacto para un PP a la baja, cuando perdiera la mayoría absoluta, cosa que no nos engañemos, por muy mal que esté la izquierda valenciana, tarde o temprano ocurrirá, ha desaparecido. Ahora el único horizonte político es la agonía de un PP corrupto a la deriva y una izquierda antivalenciana y antiespañola a la expectativa. En las pasadas elecciones generales del 20N Rajoy sustituyó a Zapatero como presidente del gobierno y muchos valencianos tuvieron la sensación, como muchos españoles, de haber despertado de una pesadilla, pero a estas alturas es inevitable reconocer que la pesadilla continua y que Zapatero y Rajoy son dos caras de la misma moneda, la del hundimiento de España y la humillación del Reino de Valencia perpetrada por una casta política parásita y lamentable.

El desafío soberanista de la Generalitat de Cataluña, que incluye a nuestro Reino y a Baleares en su afán imperialista y separatista, hasta llegar al punto de extender a Vinaroz la cadena independentista, supone un paso más en la destrucción de España y con ella del Reino de Valencia como actores históricos de primer orden para abocarnos a la decadencia de unos Reinos de Taifas balcanizados que en sus riñas internas solo permiten que la corrupción y la estafa continuas de unos dirigentes convertidos en criminales que acumulan cuentas en Suiza campen a sus anchas.

Cuando este nueve de octubre nos emocionemos con la Señera, que nos sirva para reflexionar si estamos siendo responsables como ciudadanos y dignos como valencianos. Que nos sirva para reflexionar si estamos satisfechos con nuestro panorama político, si nuestra confianza en los grandes partidos está justificada o si deberíamos movilizarnos como sociedad civil, para exigir de nuestra clase política una conducta más decente o patrocinar la aparición de otras alternativas de mayor honestidad moral e ideas más claras antes que la degradación ética y material de nuestro pueblo sea irreversible.





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